Sobre Mí - Nacho Montesdeoca Fotografía

Orígenes de un fotógrafo

Desde siempre me sentí atraído por los paisajes y la naturaleza en su estado puro. Era como estar en mi ambiente, donde me sentía feliz, en mi hogar, inundado por una mezcla de percepciones que es casi imposible definir con simples palabras. Recuerdo que de niño, en las clases de dibujo artístico de la escuela, me sentía fascinado por aquellas láminas al carboncillo que la profesora nos ofrecía para que nosotros intentásemos reproducir. Si me daban la opción de elegir siempre me llevaba a mi pupitre un paisaje montañoso, con bosques y cielos sobrecogedores. A poder ser, que el agua no faltara a modo de río, lago o cascada, y si había alguna cabaña de piedra o madera que ocasionara un cierto contraste estético tampoco me desagradaba.

 

A los nueve años de edad llegó a mis manos la primera cámara que tuve, una Hanimex que supuso la toma de contacto inicial con la fotografía. Poco se podía alcanzar con inocencia y pocos medios. Era otra época y los ritmos eran muy diferentes a los actuales. Pasaron los años sin grandes sobresaltos y cuando mi interés por los temas ambientales estaba en pleno auge, un buen día me tropecé en un mueble, guardada y olvidada por el tiempo, una antigua réflex de Olympus de lente fija que al parecer, un buen amigo de mi padre le había traído de regalo desde Alemania. El partido que le saqué a aquella cámara fue efímero, ya que una avería irreparable en el inaccesible pasador dió al traste con ella para siempre. En cambio, siempre recordaré que con ella hice las primeras incursiones serias en la naturaleza, abriendole la puerta al gusanillo con el que di el paso de comprarme tiempo después mi propia réflex analógica, una Nikon FM10 totalmente manual, con la que me propuse aprender no sólo fotografía sino sacar buenas fotos.

 

Cuando me encontraba disfrutando intensamente, a la vez que comedidamente, de los carretes de diapos se produjo la explosicón de la era digital, y tras el rechazo inicial ante la pobre aportación de calidad que ofrecían aquellas primeras cámaras, pronto me di cuenta que a la velocidad con la que se estaban desencadenando los acontecimientos los días del revelado convencional estaban contados. Así que el paso al mundo digital lo hice a través de una cámara compacta avanzada de plenas funciones manuales y que me permitían tirar en raw. Soy consciente que en este momento se produjo un punto de inflexión significativo en mi evolución, perfilando mis inquietudes fotográficas y desarrollando su plena sincronía con el interés por los entornos naturales. Aún hoy desconozco quién está al servicio de quién, lo cual tampoco importa, pero aquella Olympus C70 terminó de fraguar una aleación que se venía gestando varios años atrás.

 

Las intensas experiencias vividas junto a esta formidable compacta supusieron el despegue definitivo para el desarrollo de proyectos posteriores, ahondando en nuevos retos, temáticas y técnicas que siempre han sido abordadas desde una perspectiva autodidacta. Pienso que el aprendizaje en fotografía es un camino sin fin, y por tanto la brújula a emplear en ese devenir ha de estar sólidamente construída con una rica mezcla de inquietud, voluntad, espíritu de sacrificio y dedicación. Si a esa combinación le añadimos una pizca de magia para saber ver y no sólo mirar, para estar en el lugar adecuado en el momento preciso y para estar en sintonía con lo invisible de modo que sepamos a cada instante cuando hay que esperar agazapado o coger la cámara y salir corriendo, creo que se pueden alcanzar logros importantes que nos llenarán de satisfacciones el corazón. 

 

Y como es lógico, la búsqueda de la máxima calidad en las imágenes de mi banco digital, hicieron llegar a mis manos en septiembre de 2.009 un cuerpo réflex digital full frame con el que el trabajo adquirió otra dimensión realmente fascinante. Manejar este tipo de equipo en la naturaleza no es del todo sencillo, pero cada vez que llegas al estudio y procesas las imágenes te haces consciente de que tanto el camino recorrido hasta ese momento como el esfuerzo realizado a lo largo de mucho tiempo tienen su más dulce recompensa.

 

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